Sistemáticamente en el sistema….

"El revolucionario es el escalón más alto de la especie humana" - Ernesto Guevera

Cuando yo sea anciano, espero recordar esas interminables pláticas con Sergio y David Peñaloza, platicas cargadas de un alto grado de humor negro, de burlas despiadadas ante la más mínima situación adversa que cada uno de nosotros mostrabamos, vulgaridades que lanzábamos al aire sin el cuidado de ver si había un respetable ambiente familiar que simplemente ignorábamos, muchas carcajadas pero sobre todo, pláticas con un alto valor filosófico en torno al sentido de la vida.

Hemos pasado mucho tiempo tratando de encontrar la razón por la cual tengamos que vivir nuestros días, podríamos tomar todos los temas con la seriedad necesaria para pensar que realmente podríamos cambiar el mundo, o con el sarcasmo más irreverente para pensar que nada es tan en serio como simplemente disfrutar una buena plática en algún bar o un café.

Nuestras pláticas están cargadas de todo, pero de lo que más están cargadas es de un toque personal en torno a la visión que tenemos del mundo; qué quiero decir con esto, que siempre exponemos nuestra visión personal de lo que creemos, aspiramos y de cómo lo enfrentamos.

Podemos hacer un completo análisis filosófico en torno al futbol; esto es en serio, será que el futbol ha sido un factor determinante de unión entre nosotros desde los años de la primaria, que le damos un valor importante al pensar que las situaciones de la vida se enfrentan parando correctamente a 11 jugadores en la cancha; cuando tenemos que ir por todo, no podemos jugar a especular en el marcador, desde salir con la que podría ser la mujer de nuestra vida, hasta el cómo enfrentar un trabajo determinado, pensamos que la mejor forma de enfrentar las diferentes situaciones es como si jugáramos al futbol, quizá haya momentos de meter un gol y echar todo el equipo atrás, quizá narremos situaciones como si hubiéramos vivido un aburrido cero a cero. Quizá tengamos la mentalidad de ir siempre hacia delante o luego pensemos que nuestra vida está como si encarnáramos en un tecos, gallos o atlante con serios problemas de descenso; a la vez podríamos sentir que nuestra vida se vive como cuando el Barca o el Madrid ganan una Champions, todo es cuestión de enfoque.

Y en el kilometraje de nuestra amistad, puedo encontrar la forma como pensamos y pensábamos la vida, ha existido un idealismo constante al hacer las cosas, desde jugar futbol con Nagashima (nuestro eterno equipo de futbol desde la prepa hasta el día de hoy) hasta tener un programa de televisión a lo largo de 2 años, cuando pensábamos que podríamos cambiar la forma de hace televisión ofreciendo “contendio”, según porque la televisión era una porquería y luego, 7 años después, ver los programas que hicimos con demasiada pena ajena por lo malos que eran, a la vez tenemos momentos “heroicos” como poner en televisión un programa contra el desafuero de López Obrador que nos hizo ser “mártires de la libertad de expresión” al ser reprendidos por el canal por nuestro alto contenido político.

Podemos pensar que algún día seremos millonarios y que Nagashima contará con una franquicia en el futbol mexicano, de ahí nos lleva a pensar que podríamos contribuir al deporte mexicano con una verdadera escuela de fuerzas básicas en la cual sacaríamos a los mejores futbolistas del país. Sergio no quita el dedo del renglón de involucrarse en el futbol de alguna manera; quizá le de vuelta a sus pensamientos y voltee a ver al cine, lo que le impulsa a escribir a manos guiones que algún día pudiera ver en la pantalla grande, o se me ocurre que podríamos hacer cine de arte haciendo una película de Nagashima, algo así como un “cuenta conmigo” mexicano y ganar premios en los diferentes festivales del mundo.

Quizá el cine nos una, porque digamos nos tocó vivir un breve despertar del cine mexicano, mi generación es la generación de “amores perros” y de “y tu mamá también”; Sergio es de los idealistas cotidianos que logró hacer un cortometraje con cero recursos pero con el cine en la mente, el cine es lo que quizá impulsó a Sergio a irse a Canadá en busca de los sueños, regresando a México con un collage de ideas por hacer. Sergio es otro después de Canadá, y es otro Sergio desde una visión positiva, siento que tuvo una especie de desierto, y en 3 años 7 meses que estuvo allá forjó un carácter que lo regresó al origen de lo que fue, y mucho tiene que ver con la pasión que le ha puesto a todo lo que hace, en ello va implícito el futbol, es por eso que su forma de vivir la vida se identifique como si fuera un catalán a punto de debutar en el nou camp.

Durante mucho tiempo tuvimos la idea poco clara o poco definida de nunca unirnos al sistema, y digo que fue poco clara o poco definida porque al día de hoy no pudiéramos explicar que queríamos decir con eso; cuando tienes 20 y te pones playeras del Che Guevara, no es lo mismo que tener 30 y pensar que el socialismo tiene cabida en nuestras vidas. En 2005 puse una muestra de cartones políticos en el centro de Querétaro en apoyo a López Obrador, exposición que puse con Carlos Candiani, eran cartones de Magú, Hernández, Rocha, Helguera, etc… fue una tarde inolvidable que volví a repetir varias veces hasta que un día la guardia municipal nos quitó a punta de madrazos, en todo esto iba idealismo implícito, iba parte de una forma de pensar que fui forjando desde una educación familiar hasta identificarme con grandes amigos que también querían como yo, no ser parte del sistema.

En esa idea poco clara de no ser parte del sistema, desde siempre he disfrutado interminables pláticas de cómo el gobierno podría funcionar mejor. Siempre, desde adolecente me identifique con la izquierda; siendo muy joven creí en una visión cristiana que abandoné cuando tuve mis diferencias con la iglesia católica; a principio de mis veintes, leí varías biografías del Che Guevara tomándolo como un obligado ícono del idealismo juvenil, a la mitad de la década tomé al lopezobradorismo como la visión más pura de la política y que hoy a mis 30, sigo apoyando con reservas y con una perspectiva diferente, en esta tercera década creo mucho más en la regulación de la economía, basado en las explicaciones que da Denisse Dresser a cerca del mal funcionamiento en México de capitalismo de cuates.

Sergio cuenta que los cubanos que están en Canadá dicen que el que no cree en el Che Guevara cuando se tiene 15 años, es un pendejo, y quien sigue creyendo en él cuando se tiene 20 años, es un pendejo; hoy a mis treinta, renté la segunda parte que me faltaba por ver de la película de “Che, el guerrillero” que interpreta Benicio del Toro, ver la película me llenó de una nostalgia al recordar mi época cuando devoré los libros de Paco Ignacio Taibo II y de Jorge G. Castañeda, ambos biógrafos del Che, el idealismo no es que se vaya perdiendo, el idealismo se va transformando, hoy encuentro una válvula de escape al escribir y creo que es mi parte más cercana al guerrillero que siempre soñé ser, como aquel guerrillero que me sentí a la edad de 20 años cuando buscando una foto del Sub Comandante Marcos, corrí como 50 metros en Tuxtla Gutierrez a lado de la ventana del camión donde el Sub saludaba a todos sus fans en la caravana zapatista del 2001, revelar mi rollo y ver mi foto, era inspirador.

Mis amigos y yo, en ese afán de no ser parte del sistema y quizá encontrar nuestra parte transformadora, hemos pasado interminables tardes ideando el mundo, nuestro mundo, encontrando nuestras diferentes salidas de emergencia que nos adaptan paulatinamente a un sistema que la mayoría de las veces se mide en pesos y centavos. Pienso que Manu Chao es tan del sistema como lo puede ser Lady Gaga, ambos terminan revisando su cuentan del banco después de cada concierto, quizá Manu Chao encuentre de alguna forma su propia válvula de escape donde trata de zafarse de los tentáculos del sistema.

El sistema puede ser tan absurdo y tan perfecto que al tratar de darle la vuelta nos volvemos a encontrar en el mismo lugar, pensar en cambiar el mundo de manera ipso facto por medio de las armas es pensar de manera tan absurda como NO querer cambiar a México, y digo esta contradicción porque quien no quiera cambiar este país está mintiendo, por más enrolado que uno este en un sistema tan corrupto y miserable como el político – social – económico de México, no se puede pensar en no cambiarlo, aunque cambiarlo implique buscar un nuevo sistema más justo y más igualitario.

Un día escuche de un gran amigo más que un primo, que para cambiar el sistema hay que adentrarse en él, y pienso que a los treinta los ideales siguen siendo los mismo como cuando uno tiene 20, simplemente la diferencia es que vamos reduciendo nuestro imaginario campo de acción para empezar a comprender la idea de que el mundo cambia si cambia uno mismo, y dentro de todo el cagadero que pudiéramos tener de nuestra vida, debemos tener intactos los mismo ideales, simplemente es encontrar la forma cómo podemos llevarlos a la vida práctica sin afectar a terceros, creo con toda mi mente que existe una libertad innata en cada ser humano, que por más que estemos llenando pólizas de ingresos y egresos cuando pensábamos que deberíamos estar en alguna misión humanitaria, siempre, esa libertad estará al cerrar los ojos y ver que existe un mundo interior en el cual vivir, por más preso, por más endeudado, por más pactos canallas que firmemos todos los días, esa parte es a la que debemos aspirar para ir adaptando el sistema a nuestro modo.

El idealismo que cada ser lleva, desde las amas de casa que cocinan un arroz pensando que será el mejor, hasta el budista tibetano que busca encontrar la iluminación, ese idealismo debe ser la constante guía de nuestros actos, cuando eso pase, habremos triunfado por encima del sistema.

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