De reyes magos y problemas vasculares


De reyes magos y problemas vasculares. 



La temporada navideña llega a su última estación, la de los reyes magos. El saldo de la época se resume en el aumento del nivel de triglicéridos y emergencias cardiológicas, además de deudas en las tarjetas de crédito. Hay quienes alargan la temporada navideña hasta el 2 de febrero, cuando llevan al niño Dios vestido de Chicharito Hernández a la iglesia; que igual, la tradición de la Candelaria, también tiene una relación directa con el aumento de colesterol y glucosa en el organismo; está bien, no concibo una navidad vegetariana, seguro el niño Dios se pondría triste.   

La temporada navideña tiene su encanto. Más allá de ser una época (según) para “reflexionar”, también es una época para ver a nuestra gente. Igualmente creo válido que sea fecha para el borrón y cuenta nueva. Algo así como una oportunidad de comprar calzones nuevos para los cagaderos venideros. Días de limpiar cajones, tirar cosas inservibles, lavar la conciencia; esto último muy bueno. 

El 6 de enero quizá sea la fecha con mayor trascendencia emocional de la época navideña. Stop aquí; no es cualquier cosa, son los reyes… En una economía lastimada como la mexicana, hay reyes magos de todas clases sociales: reyes de Liverpool y Palacio de Hierro, reyes de tianguis, reyes de Walmart, reyes que se roban el juguete ajeno, reyes en los ministerios públicos por robarse el regalo de otro niño; en fin, en la tragicomedia mexicana, hay lugares donde Melchor, Gaspar y Baltasar no llegan.  Lo que sí es que para muchos ya adultos, los reyes son una hipótesis seria, una imagen real, de que las mejores épocas ya pasaron. Qué mejor preocupación que ponerle comida a los reyes y una cubeta de agua para sus animales en la noche del 6 de enero. Qué mejor ansiedad que la de esperar la sarta de cosas que pedimos en la noche mágica. Esperemos que los reyes magos duren como tradición, antes que las intenciones privatizadoras de Santa Claus y Coca Cola acaben con la fecha.